La semana empezó movida gracias a los tuits que el ministro Daniel Urresti publicó en su cuenta, mandando mensajes "no muy indirectos" a diversos personajes de la política peruana, en especial al ex presidente Alan García y a la ex primera dama Keiko Fujimori. Los medios de comunicación, a través de sus principales periodistas y conductores de programas, aprovecharon el contexto para "hacer comidilla" y "seguir avivando el fuego", sin pensar que les iba a salpicar algo de sangre también a ellos. Daniel Urresti lanzó tuits directos a la yugular del periodismo nacional, haciéndoles recordar que en una época los principales medios fueron muy "sumisos" y "serviles" a cierto gobierno dictatorial.
Ese fue el detonante. Y menos mal que los periodistas en nuestro país no son extremistas islámicos, pues al parecer tenían intención de apabullarlo y lincharlo por todos los frentes posibles exigiéndole que deje de publicar tuits, como si la capacidad y libertad de expresarse sarcásticamente fuera una exclusividad de los medios de comunicación. Sorry, pero eso no es así.
La libertad de expresión que tanto defienden los periodistas a través de los diversos medios y que han jurado proteger dándose golpes en el pecho cuando ocurrió el asesinato de los caricaturistas de Charlie Hebdo, es un derecho de todos. Si ésta falta a la verdad, puede ser considerada una difamación y ser motivo de sanción. Si ésta incita al odio o genera discriminación a un grupo, también puede ser calificada como un delito. Pero, que pena, parece que a Urresti no lo pueden coger por ningún lado, así que sólo les queda enfilar sus baterías y decir al unísono: "¡Ya, cállate, cállate, cállate que me desespeeeraaas!". Es decir, los propios defensores de la libertad de expresión, que se la han pasado días explicándonos que las caricaturas de Charlie Hebdo son simple sátira inofensiva, ahora pretenden ponerle un bozal a un ministro que se atrevió a recordar en su cuenta de Twitter algunos hechos que los futuros candidatos a la presidencia intentan borrar de la memoria del electorado.
Recordemos algunos exabruptos que en nombre de la libertad de expresión cometen los periodistas. En el primer video que comparto, Bayly insulta públicamente a Aldo Mariátegui como respuesta a las ofensivas declaraciones que este dio acerca de la entonces candidata a la alcaldía de Lima, Susana Villarán. Todo un lío de callejón protagonizado por dos periodistas de peso en nuestro medio.
La libertad de expresión que tanto defienden los periodistas a través de los diversos medios y que han jurado proteger dándose golpes en el pecho cuando ocurrió el asesinato de los caricaturistas de Charlie Hebdo, es un derecho de todos. Si ésta falta a la verdad, puede ser considerada una difamación y ser motivo de sanción. Si ésta incita al odio o genera discriminación a un grupo, también puede ser calificada como un delito. Pero, que pena, parece que a Urresti no lo pueden coger por ningún lado, así que sólo les queda enfilar sus baterías y decir al unísono: "¡Ya, cállate, cállate, cállate que me desespeeeraaas!". Es decir, los propios defensores de la libertad de expresión, que se la han pasado días explicándonos que las caricaturas de Charlie Hebdo son simple sátira inofensiva, ahora pretenden ponerle un bozal a un ministro que se atrevió a recordar en su cuenta de Twitter algunos hechos que los futuros candidatos a la presidencia intentan borrar de la memoria del electorado.
Recordemos algunos exabruptos que en nombre de la libertad de expresión cometen los periodistas. En el primer video que comparto, Bayly insulta públicamente a Aldo Mariátegui como respuesta a las ofensivas declaraciones que este dio acerca de la entonces candidata a la alcaldía de Lima, Susana Villarán. Todo un lío de callejón protagonizado por dos periodistas de peso en nuestro medio.
En este segundo video, se aprecia como el periodista Beto Ortiz, visiblemente mortificado, interrumpe una entrevista y expulsa de su set al representante del MOVADEF, Alfredo Crespo, en un supuesto debate en donde apenas le permiten exponer sus argumentos. Sin compartir la ideología del MOVADEF, y siendo totalmente imparcial, ¿es correcto invitar y entrevistar a alguien para aturdirlo públicamente, sin dejar de lado su animadversión o rechazo? Mejor no lo invitaba, y hubiese hecho un monólogo del tema.
En ambos casos se aprecia la forma en que la prensa, primero, intercambia insultos basados en su libertad de expresión, mientras que en el segundo, no te permite expresar, porque lo que tú dices no es de su agrado. Por eso, hay que estar atentos y recordar que la libertad de expresión es un derecho de toda persona y no es ejercido o limitado sólo por los medios de comunicación.
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