Estando fresco el tema de apología al terrorismo con que se vincula la obra teatral "La cautiva", es necesario recordar que las expresiones artísticas no están sujetas a veto o sanción a menos que éstas infrinjan la ley de una manera demostrable legalmente. Por ejemplo, si emplea un desnudo sin advertir que no es apta para todos; o si se demuestra que en su producción se ha incurrido en un crimen, como en el caso de las muertes reales que se exhiben en las llamadas películas "Snuff". Bueno, y en nuestro país, en el caso de que ésta haga apología al terrorismo, algo que no es fácil demostrar en la mayoría de casos.
Vinculado a este tema de censura artística, están aquellos casos en que se toca temas como la homosexualidad y el feminismo, y que se encuentran bajo la observación constante por parte de los activistas defensores de la ideología de género. Pero como el arte no puede ser censurado fácilmente, por más presión que intenten ejercer sobre productores o actores; los activistas recurren a otros mecanismos para "desaparecer del mapa" aquellas películas u obras que no sean de su agrado o vayan en contra de su ideología: evitan su difusión masiva o le dan una crítica negativa.
Mencionaré el día de hoy sólo dos películas que frontalmente abordan estos temas tan delicados de una forma magistral:
1. El gran Torino, Clint Eastwood (2008). Dirigida y protagonizada por el legendario Clint Eastwood, esta película es una crítica a los diversos problemas sociales de la Norteamérica actual: la violencia y delincuencia juvenil, las familias disfuncionales, el patriotismo casi extinto de las antiguas generaciones de norteamericanos, la xenofobia, entre otros. El personaje principal, Walt Kowalski, es un típico hombre rudo norteamericano, que a pesar de su carácter gruñón y, como diría una feminista, su "actitud machista", sabe ganarse la simpatía del espectador (¡ouch para las feministas!), cuando se aprecia en él unos valores sólidos que las feministas olvidan mencionar al describir a los varones "machos". Kowalski es enérgico, pero respetuoso con los demás; no le gusta usar la violencia, salvo cuando considera necesario hacerlo; actúa como un consejero y un modelo de hombre de bien, cuando tiene a su cargo a Thao, su vecino oriental, a quien prácticamente forma como si fuera su propio hijo; y aprovecha tramos de la película para dar lecciones de como "ser un verdadero hombre" (¡otro ouch!), como en la escena de la peluquería, en la que enseña a Thao a "no actuar como mariquita". Tal vez el uso de esta palabra y los mensajes que transmitió en su película acerca de lo que es un "verdadero hombre", fueron los responsable de que la crítica no lo respalde para la nominación a los premios Óscar, pese a que tuvo gran aceptación a nivel internacional (la película ha recaudado casi 270 millones de dólares, y sólo invirtió 33 millones). Una lástima, la nominación al Oscar hubiera significado el merecido broche de oro para la última gran actuación de este genial actor.
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2. No se aceptan devoluciones, Eugenio Derbez (2013). Esta es la ópera prima del cómico mexicano Eugenio Derbez, quien participó tanto como actor principal como en la dirección de esta película. La trama gira en torno a la transformación de un hombre mujeriego e irresponsable, Valentín Bravo, cuando tiene que hacerse cargo de la hija que Julie, una de sus "amantes extranjeras", le deja en su casa sorpresivamente antes de ir de regreso a Estados Unidos (¡ouch para las feministas!). Al verse convertido en padre de la noche a la mañana, decide buscar a la madre de la criatura en Estados Unidos, pero por cosas del destino termina siendo reclutado por un mánager de actores, al ver como arriesgó la vida para salvar a su hija que había caído a una piscina. Viendo la posibilidad de tener un trabajo bien remunerado, decide seguir adelante y hacerse cargo de su hija, a quien le hace creer que se comunica con ella mediante cartas que él mismo escribe, para evitar contarle la verdad sobre su madre (¡otro ouch!). La situación se complica cuando Julie vuelve a aparecer en escena, ahora convertida en una "lesbiana", y junto a su pareja, inician una batalla legal por la tenencia de la niña. La escena en que la niña se entera de que su madre es lesbiana es muy "sarcástica" por decirlo menos (¡otro ouch!). La madre, aduciendo que tiene más derecho a estar con la custodia, intenta ganarse el cariño de su hija aunque para esto tenga que dejar mal la imagen del padre. Cuando el caso parece favorecer definitivamente a Valentín, Julie exige que se le haga la prueba de paternidad la cual sale negativa (¡otro ouch!) tirando por los suelos los deseos de Valentin para tener la custodia de la niña. La forma en que la película describe a la mujer moderna y liberal, capaz de abandonar a sus hijos sin remordimiento, y la violencia con la que pretende despegarlo de su padre no le cayeron bien a los ojos críticos del cine mexicano. A pesar de que fue un boom en la taquilla de su país (con una inversión de 5 millones de dólares, consiguieron recaudar más de 99 millones), no fue respaldado para su nominación al Óscar como mejor película extranjera.
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Imagen tomada de miblogdecineytv.com |
PD: Ambas películas tienen un final inesperado que puede dejarlo al borde de las lágrimas, y en el caso de El gran Torino, es recomendable verlo con personas mayores de 14 años, por sus escenas de violencia. Espero que se tomen su tiempo para verlas con la familia o amigos, y me envíen sus comentarios. Más adelante les compartiré más recomendaciones.